ALEJANDRO APAZA RETAMOSO |
En el marco de la
actual situación política, social y económica que vive el país, signada por una
clamorosa corrupción a todo nivel y pérdida de los más altos valores que deben
practicarse en sociedades que buscan el bienestar general, el cooperativismo mantiene
su vigencia como una luz esperanzadora para afirmar la solidaridad, la
justicia, el bien común, la democracia y la equidad. Por tener como base
ancestral la economía solidaria desde los primeros tiempos de la humanidad, el
cooperativismo es hoy en día, la única alternativa válida para salir de las
crisis cíclicas que el capitalismo salvaje genera cada cierto tiempo. Esta
afirmación ha quedado demostrada en el Perú en los últimos treinta años, luego
que el “fujimorismo” en los años noventa, pretendiera liquidarlo, el
cooperativismo renació como el “ave Fénix” de sus cenizas, y hoy crece y se
innova permanentemente.
¿Cuál es su fórmula? Nada más y nada menos que la ayuda mutua y la
solidaridad para el bienestar común guiado por sus principios: La verdad, la
transparencia, la vocación de servicio y, sobre todo, su conducta ética, muy
lejos del rentismo usurero, del individualismo egoísta, del manipuleo político
y del autoritarismo soberbio.
El cooperativismo,
jamás puede estar al servicio de un partido político, cualquiera que fuera,
porque es en esencia fuerza social y unitaria para que, con el trabajo
colectivo, crear riqueza para el pueblo en la urbe o en el campo.
El balance social
cooperativo, con responsabilidad y sentimiento sincero por la humanidad, así lo
demuestra en el mundo, donde cada vez hay más millones de cooperativistas, y en
el Perú ya contamos con seis millones que practican y extienden el
cooperativismo.
Al amparo de una
buena legislación cooperativa (Ley № 15260 y el Decreto Supremo № 074-90-TR),
el cooperativismo peruano se ha fortalecido. Lo que hay que enarbolar entonces,
es la actualización y mejora de esta ley, e incorporar algunos puntos que hoy
necesita el cooperativismo para un posicionamiento justo y necesario para
contribuir con el desarrollo nacional. No queremos “ley nueva” que trastoque,
modifique o peor que detenga el avance de lo que ha logrado el movimiento
cooperativo, y por ello, proponemos:
La Ley General de
Cooperativas debe ser marco para toda clase de cooperativas, como lo asume la
ley marco para las cooperativas de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI),
no debe tener puro carácter reglamentarista.
Valorar la tipología
de Cooperativas de Servicios Especiales como la tercera fuerza cooperativa en
el ámbito nacional, con 84 organizaciones de cooperativas registradas.
Reglamentar la Ley
del Acto Cooperativo por parte de la Superintendencia Nacional de
Administración Tributaria (SUNAT).
Actualizar la Ley
General de Cooperativas: Decreto Legislativo № 085 y el Texto Único Ordenado
(T.U.O.) del Decreto Supremo 074-90-TR.
Priorizar los
descuentos por planillas de conformidad al Art. 8º Inc. b) de la Ley General de
Cooperativas.
Considerar a las
organizaciones cooperativas en el Acuerdo Nacional por el rol social y
económico que desarrollan en el ámbito nacional, garantizando su vigencia,
promoción y fomento cooperativo.
Finalmente, es ahora,
cuando en su estructura interna (Confederación Nacional de Cooperativas del
Perú -CONFENACOOP-, Federación Nacional de Cooperativas de Ahorro y Crédito del
Perú -FENACREP-, Federación Nacional de Cooperativas de Servicios Especiales
del Perú -FENACOOSEP-, Central de Cooperativas, etc.) y fundamentalmente las
cooperativas de primer grado que son la base del movimiento cooperativo, deben
integrarse, comunicarse, capacitarse, y desde luego evaluar sus debilidades,
carencias y también logros obtenidos, movilizarse unitariamente por la vigencia
y en defensa del cooperativismo peruano, frente a cualquier intento político o
legal de querer menoscabar su accionar y desarrollo creciente.
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